El eco de las ideas.

La verdad de lo digital y la vida en redes.

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La realidad actual nos ha hecho tener de la manera más cercana posible a la tecnología, ya sea para tareas, trabajo, escuela, pero ahora hemos permanecido en una burbuja de desaparición total y pérdida de interés en la realidad y encontrarnos en ahogamiento por la velocidad de los medios, es así como nace el interés excesivo de distraerse, ver o hacer algún video que sea divertido, o volverte famoso dentro de la gama de medios.
 
Estudios de imágenes cerebrales indican que los adictos a Facebook muestran respuestas neuronales similares a los usuarios de cocaína o jugadores. En TikTok ocurre lo mismo con la liberación de dopamina al recibir notificaciones que crea una sensación placentera, asociada con el refuerzo positivo. Los ‘Me Gusta’ actúan como recompensas, liberando dopamina y fomentando la retroalimentación positiva, lo que impulsa el uso continuado de la plataforma (Somerville, 2010).
 
Ante ello, se da presencia de como actualmente dependemos de cada una de las redes, formándose como una necesidad el estar al pendiente de estas mismas, creemos que nuestra vida es lo que se hace o se da dentro de estos, nos olvidamos de vivir una realidad y empezamos a depender de la vida virtual.
 
Puede ser que, hemos llegado a un punto de evolución que no retrocede, más bien avanza, y busca el poder satisfacer sus necesidades de tiempo, búsqueda o fácilmente entretenimiento; sin embargo, esto no quiere decir que sea del todo sano el sustituir actividades cotidianas por utilizar mayor tiempo nuestro teléfono, computadora, etc.
 
¿Crees que nuestra realidad actual son las redes? Con el paso del tiempo se visualiza que han sido una grandiosa herramienta, pero están entorpeciendo día con día la forma en la que vive el humano, pero entonces ¿fueron creadas como solución o para retroceder? Al parecer hay muchas dudas de las redes e incluso de la vida digital.
 
Pero ¿qué sucede con nuestra existencia? La vida actual ha hecho que todo sea de una manera más rápida e independiente, nos olvidamos de las salidas al café, las charlas con amigos, la interacción personal, cambiándola por algo tan sencillo como lo es el dar un clic, ¿esta será nuestra nueva realidad? Parece que ya no tenemos herramientas o momentos de ocio, ahora más bien, tenemos a ese amigo o ese pasatiempo por medio de una pantalla.

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El Día del Huracán

La verdad de lo digital y la vida en redes.

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Amigo Piedra

En medio del caos político y la desilusión generalizada, surge una pregunta inevitable: ¿cómo podemos cambiar el rumbo de nuestro país? La respuesta puede encontrarse mirando hacia adentro, hacia cada individuo que conforma esta sociedad.

 

Es tentador culpar exclusivamente al gobierno por todos nuestros males, pero la verdad es que el cambio real comienza en el corazón y la mente de cada ciudadano. Porque, ¿de qué sirve tener al mejor presidente si nosotros, como sociedad, no estamos dispuestos a hacer nuestra parte?

 

En primer lugar, necesitamos un cambio de mentalidad. Debemos dejar atrás la apatía y el conformismo, y abrazar la responsabilidad individual y colectiva de construir un mejor país. Esto implica educarnos, informarnos y participar activamente en la vida política y social de nuestra comunidad.

 

La lucha contra la corrupción y la impunidad no es solo tarea del gobierno, sino de cada uno de nosotros. Debemos rechazar activamente cualquier forma de corrupción en nuestra vida diaria y exigir transparencia y rendición de cuentas en todas las instancias de poder.

 

Además, es fundamental fomentar los valores de la honestidad, la solidaridad y el respeto en nuestras interacciones cotidianas. Construir una sociedad más justa y equitativa no es tarea fácil, pero cada acto de bondad y compasión contribuye a tejer el tejido social más fuerte.

 

Por otro lado, el combate a la delincuencia y la mejora de la economía no pueden lograrse únicamente a través de políticas gubernamentales. Necesitamos un compromiso colectivo para crear oportunidades reales para todos, especialmente para aquellos que han sido marginados y olvidados.

 

Esto implica apoyar el emprendimiento local, promover la educación y la capacitación laboral, y trabajar juntos para construir comunidades más seguras y prósperas. Solo así podremos romper el ciclo de pobreza y violencia que ha aquejado a nuestro país durante demasiado tiempo.

 

El cambio en México no vendrá de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba. Depende de cada uno de nosotros asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos y trabajar juntos para construir el país que queremos para nosotros y para las futuras generaciones. El verdadero poder siempre ha estado en nuestras manos, solo tenemos que tener el coraje y la determinación para ejercerlo.

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