
Los corridos mexicanos han fungido como reflejo de la sociedad, subrayando un tema recurrente: la narcocultura, un fenómeno que ha generado tanto aclamación como controversia a lo largo del tiempo.
En épocas anteriores, las canciones sobre el narcotráfico solían retratar a los líderes del crimen como figuras heroicas, individuos que desafiaban las normas establecidas y vivían al margen de la ley, ganándose la admiración por su valentía y astucia.
Sin embargo, con el incremento de la violencia relacionada con el narcotráfico y la creciente influencia perjudicial de los cárteles en la sociedad mexicana, es importante que tanto los medios de comunicación como los artistas aborden este tema con una perspectiva más reflexiva, resaltando las devastadoras consecuencias de la violencia y el narcotráfico en las comunidades locales.
La glorificación de los narcotraficantes en la música popular solo perpetúa el ciclo de violencia y sufrimiento en México. Por lo tanto, aunque no sea una obligación, los artistas deberían asumir la responsabilidad de representar este tema de manera más responsable y ética.
A pesar de la creciente popularidad de los corridos, es esencial comprender que no son simplemente formas de entretenimiento. Son narrativas que reflejan problemas reales. Por consiguiente, es fundamental adoptar una postura crítica y reconocer que los temas que abordan requieren atención y solución por parte de las autoridades gubernamentales.
Sin embargo, queda como ejemplo, la prohibición de la reproducción de los mismos, ¿realmente funciona o es una simple manera de ignorar lo evidente?